Autor: Georg Rupp
Libro: ¿Incapaz de decidir? ¡Haz el cambio!
Transcriptor: Joslid Salazar
Conoces hasta la saciedad ese ir y venir entre dos o más opciones o posibilidades. Ese tira y afloja entre el deseo de seguridad y el anhelo de libertad y crecimiento. Ese sentimiento de querer tener las dos cosas al mismo tiempo: eso es lo que uno no quiere renunciar, y eso que uno quisiera alcanzar. Lo viejo da seguridad, lo nuevo sólo una promesa del futuro. Lo nuevo da miedo. ¿Cómo puedo decidirme?
Sobre todo, ¿quién o qué debe decidir: mi intelecto, mi intuición, mi razón o mi corazón?
"El día en que tomas una decisión es un día de suerte". De Japón
Antoine de Saint- Exupéry, el autor de El Principito, encontró la solución.
"Si quieres construir un barco no reunas hombres para conseguir la madera, preparar las herramientas distribuir las tareas y dividir el trabajo, sino contágiales el anhelo por el mar ancho e infinito".
El anhelo es el comienzo y la partida, quizá incluso la fuerza impulsora para decidirnos.
"Para alcanzar la tierra del anhelo tenemos que seguir el camino del anhelo" John Eldredge
Escucho muy a menudo: "No siento ningún anhelo, ninguna pasión. No tengo ni idea de qué es lo mío. Si hubiera algo que me apasionara, entonces podría tomar una decisión. Pero nada me apasiona. Ese es el problema. Así vivo el día a día y no voy a ninguna parte".
Uno no llega a su meta
Porque sueñe con ella
O porque piense en ella.
Uno llega a su meta
Cuando sigue su camino.
De la meditación
De hecho a veces las posibilidades, las alternativas, son equivalentes. Entonces se trata de tomar alguna decisión incluso no tomar una decisión es una decisión, pero pesa más que una decisión equivocada porque muchas cosas se pueden deshacer. Mientras que por lo general, una mala decisión se puede revertir, la indecisión prolongada es irreversible. Además, las decisiones personales equivocadas casi nunca son una catástrofe. Al contrario, el hombre aprende más de sus errores que de sus éxitos. Los errores nos fortalecen. Nos hacen levantarnos una y otra vez después de los fracasos.
Si tú intelecto no tiene una preferencia, decide a partir de un impulso interior, a más tardar, después de un periodo de estancamiento.
Puedes escoger entre varias posibilidades: puedes hacerlo arrancandole pétalos a una flor, lanzando una moneda o aprendiendo a escuchar tu corazón.
Pero los mitos y las doctrinas de sabiduría coinciden en una cosa: ¡Cuando hayas tomado una decisión, no des vuelta atrás!
Esto también es válido en del trabajo psicoterapéutico: quién ya tiene una solución no debe volver al problema.
"Y cuando haya llegado el momento de desistir de algo, desiste". Mary Oliver