La coherencia viene del latín cohaerentia, y designa la cualidad de lo que presenta una conexión o relación interna y global de sus distintas partes entre sí.
¿Cómo funciona?
Nuestros pensamientos y emociones están a la base de la manera en que actuamos habitualmente. Esta actividad invita a auto-observar el modo en que nuestro cuerpo reacciona a las emociones que ciertas ideas y pensamientos nos generan y que luego se ven reflejadas en nuestras acciones.
Seguramente todos recordamos momentos en que hemos dudado entre lo que sentimos y lo que pensamos y hasta que no logramos alinear esas dos facetas sentimos tensión interna, dudas o bloqueo en nuestra conducta. Sin embargo, cuando todo apunta en la misma dirección hay descanso, cesa la tensión y la acción a emprender se dibuja más fácilmente.
Esta coherencia, por lo general, no sucede de forma mecánica, aunque haya personas que tienen ese don. Se va produciendo en la medida en que con honestidad nos damos cuenta del origen de la divergencia interior; de por qué pensamos una cosa y sentimos otra; del origen de ese conflicto. Eso requiere que escuchemos lo que sucede dentro de nosotros y una vez aclarado de forma intencionada llegamos a una conducta alineada, donde no hay duda o bloqueo por el conflicto subyacente.
Podría haber tensión por tener poca práctica en una conducta nueva que sentimos que debemos realizar, pero también puede haber alegría de haber sido capaz de ganar la propia claridad y la satisfacción de aprender a tomar las decisiones correctas.
Cuando no somos coherentes son evidentes el auto-sabotaje, las limitaciones y los bloqueos. Una forma concisa de hacerlo es traer las emociones a la superficie ya que posibilita la identificación de patrones de pensamiento que capacitan o que limitan.
Tomar conciencia de los círculos aprendidos de pensamiento, emoción y acción que quizá ya no son útiles en la situación actual, sino que están limitando sus elecciones y su eficacia.
Nuestra capacidad de modificar nuestros pensamientos, de cambiar nuestro lenguaje interno, es infinita, y por tanto también lo es la capacidad de generar estados emocionales. Cambiar nuestros pensamientos implica modificar físicamente la estructura de nuestro cerebro.
Para poder cambiar nuestras emociones necesitamos tomar conciencia de ellas y aceptar responsabilidades. Si pensamos que el mundo o los demás son la causa de nuestro problemas y de nuestras emociones negativas, nos veremos como víctimas incapaces de asumir.
La importancia de la coherencia en nuestras vidas
la coherencia es un valor absolutamente poderoso que nos acerca o aleja de comportamientos de alta vibración y de mantener nuestra energía en conexión perfecta con nuestro Ser. La coherencia te acerca además a escenarios de confianza, a credibilidad en tus entornos, a certeza en tu palabra.
Si algo anda “mal” en tu vida por estos días, pregúntate cuándo dejaste de ser coherente con ese tema, y probablemente ahí estará la causa y el origen de lo que estás experimentando en tu paso por la tierra hoy.
Y si vas a cerrar un proceso o a “faltar” a un compromiso manifiesto por determinada razón, por supuesto que es posible, pero ten la valentía de comunicarlo con transparencia y claridad a ti mismo y a los involucrados, de generar nuevos acuerdos, de ser impecable con tus palabras, y así reforzarás el marco de respeto y honestidad contigo mismo y los otros, que te conecta con la experiencia más elevada de Amor.
Nadie dijo que el camino del espíritu era fácil. Ya que es un camino de muerte y renacimiento constante donde debes de atravesar la oscuridad para integrar más luz donde debes de soltar lo conocido para abrazar la inmensidad. Es expansión, es desbordamiento. Me abrí a sentir, a escuchar, y hoy me toca afirmarme en mi caminar con coherencia e impecabilidad.
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